viernes, 28 de agosto de 2015

El capitalismo del sexo

Por Fran Pérez

Tratamiento actual del sexo. Amor romántico, miedo, sexismo (o tal vez “seXYsmo”), prostitución y pornografía. Explicación de las actuales tendencias feministas y la alternativa a las relaciones capitalizadas: el amor libre. Un artículo muy importante para quien crea necesaria formación en el tema.
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Cuando tocamos temas relacionados con el tratamiento que recibe actualmente el sexo y el amor o cuando intentamos analizar cómo están estructuradas las relaciones sociales de la sociedad occidental del siglo XXI, a menudo nos encontramos con que los conceptos son difusos, difíciles de aclarar y determinar. Realmente nos falta mucha formación en estos temas, a mí el primero, y es por eso mismo por lo que estoy interesado en compartir aquello sobre lo que he reflexionado con la máxima cantidad de gente posible.
AMOR ROMÁNTICO
En primera instancia, distinguimos dos formas de vínculo social, la amistad y el amor (romántico). El amor es la forma de vínculo social entre dos personas que se atraen sexualmente y forman una pareja de convivencia. Esto en sí ya genera un primer conflicto, que es el de que el ser humano no es monógamo. Tal y como definía Sartre, el amor romántico es una forma de amor posesivo, en la que ambos miembros privan de libertad sexual al otro. Dicho de un modo más sencillo de entender, lo que hacemos cuando formamos pareja con otra persona es cohibirnos de mantener relaciones amorosas con otras personas (a lo que denominaríamos amor libre, no romántico), porque una base fundamental del amor romántico son los celos, la absorción de la persona amada, tomando por traición algo que, fruto de esta contradicción, es tan frecuente: el “poner los cuernos”. Otros ejemplos de que algo no funciona es el enorme peso que tienen la prostitución y la pornografía, que examinaremos más adelante.
La sociedad capitalista ha sabido captar y mercantilizar a la perfección la moral judeocristiana que envuelve los modos de relación social. Hemos evolucionado desde un concepto inicial, que es el de “amo a esta persona, entonces deseo compartir mi vida con ella” al “mi objetivo vital es el de compartir mi vida con alguna persona, y mi misión buscarla y encontrarla”. Desde pequeños, los medios insisten en engullirnos en ese concepto, desde los cuentos de Disney que terminan con un “y vivieron felices y comieron perdices”, mostrándonos el hallazgo de una pareja como forma de plenitud vital, como si ya te hubieses “pasado” el juego de la vida, hasta los anuncios que nos bombardean una y otra vez para que consumamos para ligar, y entonces, habremos alcanzado dicho objetivo vital. De hecho, cuando alguien rompe una relación amorosa se dice que ha “deshecho su vida” y cuando forma otra la ha “rehecho”. Disney, ese que nos dice que “la belleza está en el interior” con una princesita “bella” que cumple con los valores estéticos actuales a la perfección y una bestia cuyo feliz final es que se convierta en un apuesto príncipe.
Esto supone que las relaciones sociales van a girar entorno al hallazgo de una única pareja, perdiendo el sentido original del “amo, entonces comparto mi vida”, lo que causa, en primer lugar, el miedo a la soledad o incluso a no “triunfar” en las relaciones sociales, porque encontrar pareja pasa a ser una forma de triunfo social, y en segundo lugar la hipersexualización de las relaciones sociales.
MIEDO
Generar miedo es la forma perfecta de mantener a una gran cantidad de masa poblacional alienada, de dirigirla como si por una correa estuviese sujeta. Lo mismo que ocurre en el terreno del miedo a perder trabajo con la facilidad de despido, que provoca que alguna gente con titulación universitaria sea capaz de aceptar trabajar un año gratis para ir haciendo expediente (enfrentándose entre sí, competitivos y unidimensionales), ocurre en el terreno de la sexualidad, puesto que una población atemorizada es muy sencilla de dirigir. Surge así la moda, y surgen así los cánones sociales, porque para encontrar pareja debes hacer “así”, y como tienes miedo a no encontrarla obedeces. Aunque a ti te gusten tus tetas y te parezcan muy cómodas tendrás que operártelas, o a lo mejor, de tanto repetir que tus tetas son feas han conseguido acomplejarte y convencerte. Si alguien cree que decide sus gustos, es fácil demostrarle lo contrario, solo debe ser consciente de que en la Edad Media estar gorda y pálida era un signo de belleza, puesto que implicaba riqueza (abundancia de comida y ausencia de trabajo en el campo) mientras que ahora lo bello es estar delgada y morena (porque implica consumo y turismo).
Como decía en un artículo reciente, el conjunto de modas apela a un modelo. Este modelo que se impone consiste en una forma de vida consumista, cuya satisfacción personal es la mera posesión de bienes. Se trata de un modelo que todos debemos imitar y así mantenemos. Debemos parecernos a, y así se produce el robo de identidad y por lo tanto del pensamiento independiente. Aprendemos así a qué debemos parecernos. Se trata de un modelo cuyo objetivo es poseer coches y ropa de marca ignorando lo que se esconde tras esas pinturas de ojos, pinturas de uñas, tatuajes, depilaciones, joyas, rayos UV, tacones incómodos, corbatas, pajaritas, liposucciones, cremas, maquillaje, gimnasio, ortodoncias, perfumes, operaciones de pecho o de alargamiento de pene hasta hacerlo inalcanzable. Así nos adaptamos al molde, luciendo con orgullo la huella del dios capital, y aunque imitar no sea igualar, siendo estas operaciones (habitualmente no de cirugía) todas obtenidas por medio de dinero, podemos afirmar que hemos aprendido a amar el dinero por encima de las personas en el momento en que esto se convierte en una forma de triunfo social. ¿Qué queda de la identidad de cada uno y de cada una bajo esa capa de apariencia? ¿Qué hay de natural? Realmente hemos conseguido convertir al ser humano por naturaleza en una aberración a la belleza. Necesitamos esa capa de consumo para ser bellos. A algunos se les hace extraña la imagen de una indígena pintada y con un palo atravesándole la nariz o un disco en la boca, pero ven lo más normal del mundo que una mujer del progreso occidental vaya con los labios pintados o que una persona cualquiera lleve piercings o perforaciones.
El miedo a la soledad es la forma de control de las relaciones sociales, basadas en el consumo, masas de personas que saldrán todos los fines de semana de caza, sin importar demasiado con quién, masas de personas alienadas y superficiales que seguirán las modas, y masas de personas avergonzadas. La vergüenza constituye algo así como un segundo nivel de pánico social. El primero es el miedo a la soledad, y sobre él se construye la vergüenza. Si el primer miedo genera obediencia a lo que los mass media ordenen, el segundo miedo lo hace hacia lo que el entorno obedezca, obedeciendo así a los obedientes. Es decir, los mass media generan una sociedad sexualmente obediente, y la vergüenza genera que individualmente obedezcamos a lo que la mayoría haga, porque genera el miedo a ser diferente, a pensar y actuar de modo autónomo.
La vergüenza convierte las relaciones sociales en un teatro en el que cada cual representa un rol, porque la mirada del otro lo marca (recordando de nuevo a Sartre). Vuelvo otra vez al artículo del que hablaba antes: más de uno se arrepentirá de no haber vivido cuando sienta, cálido, el aliento de la muerte en su nuca, puesto que no estamos viviendo realmente nuestra vida, sino la vida de los demás. La superficialidad frente al ser. Se trata de la robotización (robot significa en checo esclavo) y sistematización de las relaciones sociales, debidas a esos prototipos establecidos. El miedo a ser diferente. Supongo que puede resultar abstracto, si no pongo el ejemplo de salir de noche de fiesta y beber alcohol, un consumo ilógico y enfermo. Puede resultar abstracto si no lo concretizo en que una gran proporción de la población occidental (más del 1% y se desconoce hasta qué nivel llega puesto que no es habitual recurrir a un médico, pero puede alcanzar el 10%) padece eritrofobia, que consiste en ruborizarse con facilidad debido a la vergüenza de poder estar ruborizándote sin darte cuenta ante un situación en la que te muestras como eres, una situación en la que has fallado en tu rol de teatro, en la que expones que eres una persona y como tal tienes sentimientos, o un criterio propio, que eres diferente (en vez de normal), y eso es un motivo de vergüenza. ¿Qué somos, sino personas? Ese es el extremo. La vergüenza está ligada a los valores culturales: algunas tribus copulan, orinan y defecan públicamente pero ni en familia se dejan ver mientras comen, porque eso para ellos es vergonzoso; la vergüenza no está creada pero sí potenciada y dirigida por el sistema actual.
HIPERSEXUALIZACIÓN
Cuando a la sociedad no escapa ningún individuo por medio de la vergüenza, y el amor romántico se encuentra fetichizado, es decir, convertido en un producto del ser humano con capacidad para dominarlo, puesto que pasa de derivar de la relación amorosa a ser el objetivo vital, la consecuencia es clara: se establece un nuevo modo de vínculo interpersonal, un nuevo paradigma de relación social.
Las personas dejamos de ser personas en el momento en que lo que importa en la vida es encontrar a la pareja con la que alcanzar tu objetivo por medio de la capa de consumo de la que antes se hablaba. Dejamos de ser personas y nos convertimos en hombres y mujeres (generalmente, puesto que lo que impera, y se impone, es el amor romántico heterosexual). Toda relación social pasa a regularse por un trato diferente en función del sexo de la persona con la que se hable, desde el mismo saludo, diferenciando entre dar dos besos en las mejillas o dar la mano.
Esto origina un código de lenguaje sexista. El más claro ejemplo es el de los pechos de una mujer, cuya exposición se convierte en un apelativo al sexo y no en una parte más del cuerpo. Las mujeres son linchadas si comparten fotos de sus senos por las redes sociales o si salen con ellos expuestos, por ejemplo, a la playa, al contrario que los hombres, y los escotes pasan a ser una forma de llamar la atención. No quiero crear confusión, estoy criticando esto, no apoyándolo. Bien es cierto que si una mujer expone sus senos por voluntad propia sin ánimo de resultar un atractivo sexual, asimismo un hombre que se los mire o que se los toque sin ninguna intención sexual no deberá considerarse acosador, al igual que ocurra cuando le mira o toca el pecho una mujer a un hombre. Es un punto que crea polémica, y es lógico, puesto que habitualmente cuando esto sucede el hombre tiene intenciones sexuales. Lo que ocurre con los senos ocurre con cualquier otra parte del cuerpo, sea el pene, la vagina o el culo: cualquier acoso es percibido por la víctima como una pequeña violación y en conjunto afectan a su autoestima.
Ropa de hombre y ropa de mujer, desodorante para hombre y desodorante para mujer, crema hidratante para hombre y crema hidratante para mujer (no hay ningún estudio científico sobre el tema pero se puede imaginar el lector o lectora que si un hombre se hecha algo que salga de un bote rosa se le cae el pene), huevos Kinder azules para hombre y huevos Kinder rosas para mujer, productos de limpieza para hombre y… vaya, no, productos de limpieza unisex y productos de limpieza para mujer. Efectivamente, se establecen unos roles de género para hombres y otros roles de género para mujer, porque si un niño juega con una casa de muñecas es un afeminado o un marica (ojo con que sentir atracción sexual por los hombres signifique ser afeminado), y si una niña juega al fútbol es un marimacho.
A día de hoy no es difícil examinar la publicidad, aún desde los ojos de un inexperto como puedo ser yo. Basta con abrir YouTube y buscar cuentas que se dediquen a subir vídeos de anuncios. Algunas incluso clasifican los anuncios por categorías. Es tan fácil como abrir la lista de vídeos de anuncios de productos de limpieza y observar cómo es la mujer la que pone lavadoras, la que friega, la que plancha, la que limpia la casa, y el varón se limita a aparecer como el científico que ha desarrollado el producto de limpieza y lo presenta, a excepción de algunos anuncios en los que se recoge a muchos consumidores que supuestamente han probado el producto y son testigos de lo “bien que funciona”. En ese caso, al igual que en el de poner de logo a un hombre para los productos de “Don Limpio” podríamos determinar que ocurre algo semejante a la diglosia invertida en lo referido a los idiomas minoritarios. Con un ejemplo se entiende mejor: es lo que hace Feijoo hablando en gallego mientras su discurso refuerza el sentimiento español en detrimento del gallego y sus leyes suponen un verdadero peligro para dicho idioma. Asimismo, es el hombre el que se encarga de las tareas que requieran mayor uso de la fuerza (véanse los anuncios de productos para realizar obras en casa).
Cuando se nos transmite la ideología sexista en la cual se establecen unos roles para el hombre y otros para la mujer en los medios no necesariamente se hace con intención de manipularnos, simplemente puede ser una consecuencia de que la propia sociedad sea así y quien desarrolle el material mediático piense de ese modo; ahora bien, debemos estar atentos y ser críticos son todo lo que percibimos y, sobretodo, con lo que apercibimos (percibimos sin ser conscientes). La industria del sexo (la segunda más grande de ocio, detrás de los videojuegos, solo que con mucho mayor poder, puesto que es un gran motor del sistema) actúa desde lo directo a lo subliminal. De hecho, la ideología se transmite en gran medida a través del entorno sin ningún tipo de intención manipulativa; es algo tan simple como las miradas o gestos de inferioridad que pueda recibir una mujer por parte de hombres en su día a día. La opresión (o la ideología), como el miedo, también actúa a dos niveles: desde los medios del poder a las masas, y desde las masas al individuo. Se establecen tres tipos de opresión: a la mujer, al homosexual, y al transgénero. En este artículo, como interesa analizar el tratamiento de la sexualidad en la sociedad actual, que ignora al homosexual y al transgénero, precisamente porque lo que se nos quiere mostrar es un amor cisheterosexual, no me parece relevante analizar los roles; me parece más importante aportar una solución a la forma que considero adecuada de vivir la sexualidad en la que no existirían dichas opresiones.
Esta ideología sexista que se nos transmite y marca los roles de ambos sexos, tiene una clara predominancia del hombre, es machista. No es ninguna novedad, basta con buscar un poco y nos encontraremos con que en España desde 2003 unos 800 hombres han asesinado a sus parejas o ex-parejas, por no hablar de la cantidad de acosos que se producen diariamente de los que no hay constancia. Mientras el hombre que liga es un triunfador, la mujer es una puta: su búsqueda del amor romántico consiste en exponerse a ser ligada (en vez de ligar), según el punto de vista machista más retrógada. Tanto la mujer-sujeto pasivo como la mujer-sujeto activo que no ama libremente, participan del amor romántico.
La mujer se convierte también, por medio de la sexualización, en un producto de venta. Es un claro ejemplo la publicidad de muchos coches (dirigida a hombres) en la que aparece una mujer que cumpla con los valores estéticos actuales, o su entrada gratis a las discotecas. Lo de las discotecas, dentro de todo lo que implica el machismo, es anecdótico, pero cabe aclarar que si quien entrase gratis fuese el hombre posiblemente los sectores feministas lo denominasen también machismo, puesto que se presentaría a las mujeres como si estuviesen sexualmente al servicio del hombre, y esto es debido a que lo que se critica son de nuevo los roles de género, la diferenciación por sexo que forma dos bandos: el opresor (hombres) y el oprimido (mujeres). Por otro lado la progresiva concienciación de estos sectores sobre esta opresión que tan constantemente actúa sobre las mujeres genera una lógica irritabilidad, que a veces desemboca en una equívoca interpretación de la realidad, pero son extraños estos casos en los que feministas digan que hay machismo en donde no lo hay.
Los roles de género se acentúan y mantienen a través de todos los medios. No se trata solo de la publicidad, o los programas de televisión. El cine del estilo Hollywood, la literatura comercial, la música de Los 40 Principales, los escaparates de los comercios… Todo ello transmite e intensifica estos roles. El nivel cultural es realmente alarmante. De hecho se hace raro encontrar gente a la que le repugne lo que Erich Fromm califica de “la hojarasca más barata” que llena las cabezas de la gente, desde el género pop que nos transmite la idea del amor romántico y de la mujer como un ser delicado (y débil) por medio de unos figurines elegidos para interpretar, sonreír y bailar como les manden (¿se valora la calidad musical o lo “guapo” que sea el artista?) hasta el reguetón más machista que nos muestra a las mujeres como instrumentos sexuales.
UN VIEJO OFICIO Y UNA NUEVA AFICIÓN
Del impulso por el estímulo sexual recibido constantemente ante lo que los medios nos muestran y fruto del choque entre amor romántico y la poligamia natural humana surgen la prostitución y la pornografía.
De la prostitución, original y actualmente machista (que podría dejar de serlo, pero no por ello dejaría de ser una práctica opresora y enferma), es generalmente conocida la explotación a mujeres en muchos casos inmigrantes, engañadas y sinpapeles, a las que fuerzan a, podemos decir, ser violadas, a cambio de un beneficio económico que les permita subsistir, puesto que quien realmente gana dinero con su cuerpo no son ellas.
Se trata de un oficio ligado íntimamente a una sociedad opresora, a día de hoy bajo el sistema capitalista. En una sociedad en la que el trabajo sea libre, sea bajo comunismo o anarquismo (de cada cual según sus capacidades y cada cual según sus necesidades), la prostitución deja de existir, puesto que tomaría el nombre de eso que vinimos insistiendo en llamar follar.
Quizás no seamos muy conscientes de cuánto es capaz de expandirse el poder de este negocio, quizás no seamos conscientes de lo que significaría que las prostitutas un día se levantasen y se negasen en todo el mundo a seguir ejerciendo (y digo las y no los porque mayoritariamente son las). Quizás no seamos conscientes de que para entrar en la Eurozona se necesita un mínimo de cotizantes y el legalizar la prostitución permitió a Grecia hacerlo. Quizás no seamos conscientes de que la mayor parte de los periódicos se sostienen gracias a la prostitución (y aún así tienen deudas, que como al poder le interesan esos periódicos para hacer propaganda y tener a la gente idiotizada no necesitan pagar aunque quintupliquen el valor de su empresa como PRISA), o de que cuando en 2009 el Plan Integral contra la Trata de Seres Humanos denunció la práctica de anunciar prostitutas en los periódicos y el diario Público siguió el aviso esto fue realmente determinante, siendo quizás el principal motivo de los posteriores EREs y subidas de precio hasta terminar cerrando la versión impresa (no la digital) en 2012. Quizás no seamos muy conscientes, porque cuando Pascual Serrano informa en Traficantes de información de que este negocio lleva a El País y a El Mundo a ganar cada uno 6 millones de euros al año aproximadamente (dato de 2007) o al Grupo Vocento en ese año 10 millones, las cifras se nos escapan.
Quizás como una forma de reacción a los tiempos de esa religión devota, sumisa y en los que la filosofía de vida era la del sufrimiento para alcanzar la plenitud en el supuesto Reino de los Cielos que fue la forma de dominación social durante siglos hasta finales del franquismo tergiversando el mensaje de la Biblia, al entrar Occidente en la sociedad de consumo se convirtió este en la forma de dominación, y por eso y debido su consecuencia, la hipersexualización (método de venta), se convirtió en una práctica frecuente la masturbación. Según he leído en diversas ocasiones la masturbación es sana, y posiblemente sea casi una necesidad vital. Masturbarse en sí no se contradice con estar en contra de la hipersexualización (se explica más adelante el concepto de amor libre). El mayor problema viene dado por qué dominio se ejerce sobre esta masturbación y las consecuencias que conlleve durante la relación social.
La industria pornográfica se encarga de dominar la masturbación y su poder es realmente inmenso. Si el mensaje que estamos recibiendo cuando la consumimos lo aplicamos a la vida real tenemos un problema serio, y es que nuestras relaciones con el sexo que nos atraiga sexualmente tendrían como único objetivo follar, a ser posible con la chica que más cumpla con los prototipos establecidos, en vez de ser una consecuencia de una relación amorosa, no existe la amistad. Transmite claramente estereotipos de belleza (especialmente se encarga de transmitir los de pene y tetas perfectos, cuyas operaciones cirúrgicas no hacen más que aumentar) y se suele pensar que es una industria más limpia que la de la prostitución, puesto que creemos que las estrellas porno deciden libremente por placer vital o sexual dedicarse a este oficio, en donde tan bien las tratan y tanto dinero cobran.
Según datos del FBI y otras organizaciones, esta industria producía ya en 2006 unos ingresos anuales en EEUU de entre 10.000 y 14.000 millones de dólares; según Forbes los beneficios son de entre 2.600 y 3.900 millones aunque estas cifras generan muchas dudas. A nivel mundial el beneficio en 2006 fue de más de 97.000 millones de dólares (unos 5.000 millones según Forbes). Según Family Safe Media, “solo los vídeos porno generan más dinero que los ingresos combinados de las franquicias de fútbol profesional, béisbol y baloncesto”. Es difícil lograr saber qué corporaciones están dentrás de esta industria a excepción de algunas interesadas en hacerse ver como Playboy oNew Frontier Media pero, según El País y la Universitat Jaume I, sabemos que hoteleras como Marriott, Hyatt y Hilton (cuyo 10% de beneficios procede de pornografía) o distribuidores de televisión por cable como Time Warner, Comcast o News Corp (mediante Hugues Electronics, brazo mediático de General Motors, y Sky Global Network, sistema global vía satélite), DirectTV, Echostar Communications Corp. y AT&T “sacan tajada al negocio” y generalmente cotizan en Wall Street. Lo que mueve esta industria llega al punto de que se van a recaudar 3,4 millones de dólares para la película Sexploration que será rodada en el espacio interpretando los actores el papel de astronautas. Llega al punto de que en EEUU genera más beneficio esta industria que la NBA. En 2002 mientras Hollywood publicaba 470 títulos, “el otro Hollywood” rodaba 11.300 películas catalogadas como hard-core. En 2005 ya eran 13.588. Esta industria creció entre el 2000 y el 2012 en un 566,4%. Si tras leer estos datos no miras a esos magnates con desprecio y asco quizás es porque no sabes lo que implica la industria pornográfica.
La industria del porno atrae o coacciona a las chicas desde muy jóvenes, que a menudo comienzan siendo menores de edad y proceden de ambientes marginales o abusos previos para rodar estos vídeos en los que es frecuente que la mujer aparezca sufriendo y dolorida por la forma tan brutal en la que practican sexo con ella, y esta industria crea en el masturbador varón heterosexual el deseo por hacer sufrir a la mujer hasta reventar, ese el morbo promovido que reciben más de 11 millones de adolescentes que ven porno regularmente (y en aumento). De hecho, el mayor grupo de receptores de pornografía parece encontrarse entre los 12 y los 17 años y la media de edad con la que se comienza a ver es de 11 años. El 90% de niños americanos ha visto alguna vez porno entre los 8 y los 16 años.
Pero la realidad es mucho más escalofriante si sabemos cuánto sufren esas mujeres. Asociaciones de actrices o ex-actrices porno denuncian lo que se esconde tras las cámaras. Son ejemplos de asociaciones Pink Cross (Cruz Rosa) o Antipornography. Actrices como Shelley Lubben han denunciado que no están actuando: las están violando brutalmente y tras las cámaras se esconden escenas cortadas en las que salen llorando y gritando de desesperación, les tiran de los pelos, golpean en la cara y fuerzan a tener sexo, viviéndolo como una agonía interminable. Estas actrices, al igual que los actores, están a menudo drogados no solo con viagra. Son frecuentes el uso de xanax, vicodin, cocaína, crack, alcohol y otras drogas, incluso entre las actrices más famosas y millonarias. El 94% de los actos agresivos se producen contra mujeres, y el 72% son producidos por hombres. De un análisis de 304 escenas, el 48% contenía agresiones verbales y el 88% físicas.
FamilySafeMedia proporciona muchos datos, otros podemos buscarlos por nuestra cuenta. La esperanza de vida media de las estrellas porno es de 36,2 años. Esto dice mucho. 70% de las ETS detectadas en estrellas porno, son en mujeres. El 66% de actores porno padecen herpes, un virus para el que no existe remedio y desde 2004 hasta 2012 se detectaron 2396 casos de clamidia y 1389 de gonorrea. Entre enero de 2003 y marzo de 2005 976 artistas fueron informados de 1153 pruebas ETS positivas de ambas enfermedades. Entre 2007 y 2010 se tiene constancia de 36 fallecimientos de SIDA, suicidio, homicidio o drogas. La pornografía infantil se encuentra en crecimiento: en 2008 la Internet Watch Foundation encontró 1536 casos de abusos a menores.
Lo más cruel y terrible no es que esas corporaciones ganen dinero torturando a tanta gente, lo más cruel y terrible es que obtienen beneficio porque, gracias a la estructura del sistema, grandes masas de gente consume ese porno. Veamos una serie de datos. El 12% de lugares web son pornográficos (420 millones alojados en 4,2 millones de páginas). Entre un 40 y un 60% de sitios web contienen pornografía y la palabra “sexo” recibe unas 5 millones de búsquedas en Internet al día. 5,5 millones de norteamericanos dedican semanalmente más de 11 horas a las páginas web porno. Cada segundo se gastan 3.075,64 dólares, 372 personas están escribiendo una búsqueda y 28.258 personas están viendo porno, de las cuales 2 de cada 3 son hombres. 2.500 millones de correos electrónicos diarios (el 8% del total) son pornográficos, al igual que la cuarta parte de las búsquedas en Internet (68 millones diarias) y el 35% de las descargas (1.500 millones mensuales). 116.000 búsquedas diarias son por pornografía infantil en alguna de las 100.000 páginas que la contienen y 34% de usuarios de Internet han sido expuestos al porno sin quererlo, y la adicción llega a tal extremo que el 20% de hombres y 13% de mujeres admiten haber visto alguna vez porno en el trabajo. El 42,7% de usuarios de Internet ven porno. Cada 39 minutos se publica un nuevo vídeo porno desde EEUU. Después de leer estos datos es curioso que la masturbación y el porno sigan siendo un tema tabú, del que solo se habla si es entre risas.
AMOR LIBRE Y TENDENCIAS ACTUALES
Ante la estructura de las relaciones sociales surgen dos principales tendencias: el conocido como feminismo posmoderno y el radicalfeminismo.
El feminismo posmoderno establece que la raíz de la opresión sexual se encuentra en una opresión todavía mayor que es la ejercida por los géneros cishetero (géneros hombre y mujer, de amor heterosexual, con dominancia del hombre sobre la mujer) sobre los géneros trans (aquellos que no se identifican con un hombre o con una mujer). Para esta corriente del feminismo el género es innato al individuo y el número de géneros existentes es infinito, existiendo uno o más de uno en cada individuo.
Este feminismo presenta, bajo mi punto de vista, una serie de puntos débiles. Para empezar, lo que está ocurriendo es que se están creando continuamente nuevos géneros hasta llegar al absurdo, puesto que no está claro cual es el límite y según el entendimiento de la persona creadora de dicho género puede llegar a ser su género el de ser una mujer a la que le gusta jugar al fútbol, exagerándolo un poco para que se entienda la problemática, es decir, lo que ocurre es que se acentúan los roles de género, y que en vez de ser cada individuo libre, y simplemente actuar y amar sin enmarcarse en ninguna etiqueta, el individuo es de “este género” o de “este otro” porque se siente “así”.
Según el radicalfeminismo, con el cual concuerdo en líneas generales, el género se impone en la sociedad marcándonos unos roles, en vez de actuar y amar cada persona libremente (por ejemplo, no es natural que la mujer lleve tacones y el hombre tenis, más bien los tacones son una incomodidad y lo lógico sería que ninguno de ambos los llevase, o que si a alguien de alguno de ambos géneros le apeteciese ponerlos de forma natural en vez de por verlo en los medios y a otra gente, los pusiese). En estos roles el hombre domina sobre la mujer, es decir, la sociedad actual es machista, por eso deben desaparecer, del mismo modo que lo hace el heterosexual sobre el homosexual o el cisgénero sobre el transgénero. Pasamos, mediante el radicalfeminismo, de ser hombres y mujeres (y géneros trans) a ser simplemente personas. Por lo tanto, no solo se pone fin al machismo y las opresiones homófoba y transfóbica (aunque el feminismo posmoderno acuse al radical de ser transfóbico por no reconocer sus géneros creados), sino a todo lo que en este artículo se explica, una serie de consecuencias de la existencia de roles. Esto abre camino al amor libre.
El amor libre consiste en el establecimiento de vínculos sociales naturales. No existe una separación entre amistad y amor, existe el quererse, y si apetece tener relaciones sexuales entre varias personas se tienen. No es un amor monógamo ni a un único género, puesto que no existen (aunque por supuesto que que no existan no implica que tengas necesariamente apetencia por tener sexo con ambos hombres y mujeres -que se sienten meramente personas-). Cambia el concepto de familia, puesto que la familia pasa a ser un conjunto de personas (dos, tres, cuatro,…) que, atrayéndose sexualmente algunas, todas o ninguna, deciden que desean compartir la vida juntos y lo hacen. El amor no es posesivo, no existen los celos, es más, si esas personas con las que mantienes una relación amorosa tienen otras a mayores lo lógico sería alegrarse por ellas. El amor libre es un amor natural, carente de toda la mercantilizada estructura superficial que envuelve al sexo en la sociedad capitalista. El amor libre es un amor ausente de miedos: no tenemos miedo a la soledad porque el amor deriva de la profundización de la amistad, es decir, es una consecuencia en vez de una causa de vínculo amoroso, y es ausente de miedos porque frente a la libertad corporal no existe la vergüenza (al menos en el campo de todo lo que envuelve a la sexualidad). El amor libre, en definitiva, supone el fin de la esclavitud sexual.

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